La pandemia del COVID-19 no da tregua en el mundo pero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha insistido en la necesidad de que el país retorne a la normalidad a pesar de que el nivel de contagio diario viene aumentando considerablemente registrando cifras récord.
A una semana de que Trump enfrente la elección presidencial el próximo 3 de noviembre, el mandatario ha venido realizando multitudinarios actos de campaña en varios estados con el objetivo de ganar adeptos y reducir el margen de favorabilidad que le ha sacado el candidato demócrata Joe Biden.
“Los medios solo hablan de COVID, COVID, COVID (…) Solo queremos vida normal, ¿verdad? Y está sucediendo, muy rápidamente”, afirmó Trump en un acto de campaña en Pensilvania.
Estados Unidos es el país más afectado en el mundo por el coronavirus al registrar más de 8.7 millones de casos y más de 226.000 muertos.
Sin embargo, en los últimos días viene registrando un aumento considerable en las infecciones lo cual ha generado bastante preocupación frente a la compleja situación que viene registrando Europa con una fuerte segunda oleada de contagios.
A esto se ha sumado de que en los próximos días se celebrarán las festividades de Halloween y Acción de Gracias y las posibles aglomeraciones tendría una fuerte incidencia en la propagación del COVID-19.
“Los votantes me van a juzgar por un montón de cosas, y una de las que hemos hecho realmente un buen trabajo es con la COVID-19. Tendríamos millones de gente muerta si no hubiésemos hecho lo que hicimos”, dijo Trump.
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Precisamente, la campaña de Trump ha congregado a miles de personas en sus visitas a los estados sin que se cumplan las medidas de distanciamiento social y uso del tapabocas, lo cual ha generado un fuerte rechazo por parte de algunos sectores.
De esta forma, el mandatario sigue restándole importancia al COVID-19 a pesar de haber contraído la enfermedad y tener que permanecer hospitalizado durante varios días.
Además, en las últimas semanas ha insistido en la necesidad de que el país vuelva a la normalidad para recuperar la economía, afectada por los efectos directos de la pandemia.
Un duro contraste
El mandatario ha insistido en las últimas semanas, apremiado por ganar adeptos a su campaña, en que la pandemia está terminando pero la realidad es que los números evidencian que el COVID-19 está repuntando y el futuro es muy incierto.
Las palabras de Trump contrastan con la preocupante realidad en Estados Unidos, especialmente en zonas rurales que son las más afectadas ahora por el repunte de casos.
La pasada semana se registraron más de 70.000 nuevos contagios diarios y ahora los estados del Medio Oeste como Wisconsin, Illinois o Michigan, y en las montañas del oeste como Dakota del Norte, son algunos de los más afectados.
Sin embargo, el equipo de expertos de la Casa Blanca para el manejo de la pandemia ha encendido las alarmas frente a lo que se viene registrando, a pesar de que tengan que contrariar al presidente Trump.
“Hay un gran conjunto de casos por debajo de los casos reportados, de gente joven sin síntomas que todavía están juntándose, o incluso de 40 o 50 años que he visto sin máscara y sin distanciarse, incluso estando en espacios cerrados”, explicó la doctora Deborah L. Birx, coordinadora del grupo de expertos.
De acuerdo con la experta, las próximas semanas serán cruciales y la mayor preocupación está relacionada con la temporada vacacional en EE.UU. , el Halloween y especialmente el Día de Acción de Gracias, una de las festividades que congrega a gran parte de las familias en la tradicional cena a finales de noviembre.
El Centro de Control de Enfermedades (CDC, en inglés) ha recomendado limitar el número de personas en las reuniones y tratar de concentrar los encuentros en espacios abiertos, algo que se hará difícil debido a la bajada de las temperaturas a medida que avanza el otoño.
Las últimas proyecciones del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que para final de año Estados Unidos llegará a los 315.000 fallecidos y para el 1 de febrero se podrían registrar 385.000 decesos por el COVID-19.
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