Animales

El complejo y largo camino de los monos huérfanos para retornar a su vida salvaje en África

La asociación Save Gabon’s Primates viene liderando una campaña de conservación y rehabilitación de monos huérfanos con el objetivo de reintroducirlos en la selva, tras ser víctimas de la cacería.

En Gabón, un pequeño país de África Central cubierto casi completamente de selva tropical, el mandril, así como el gorila o el chimpancé, es una especie protegida. Además, la ley prohíbe su caza, captura, venta o posesión.

Sin embargo, su carne sigue siendo muy codiciada y muchas familias tienen a estos monos como animales de compañía, los cuales generalmente son crías que los cazadores furtivos prefirieron no vender.

Lo cierto es que la posesión de estos animales se ha vuelto una especie de negocio ya que los habitantes establecen esta exigencia para entregar estos monos a organizaciones conservacionistas.

El jefe del proyecto de rehabilitación de la asociación Save Gabon’s Primates (“Salven a los primates de Gabón”), Thierry Tsoumbou, viene liderando una campaña para sensibilizar a la población sobre la suerte de estos animales.

Este veterinario de 34 años recorre el país y conversa con los propietarios de mandriles para convencerlos de que deben entregarlos para poder empezar un proceso de rehabilitación.

“He venido a buscar a sus monos. La ley prohíbe desde 2003 tenerlos en casa. Si no, las autoridades vendrán a recogerlos por la fuerza y usted tendrá que rendir cuentas”, explica Tsoumbou a un hombre en Moanda, 700 kilómetros al este de la capital, Libreville.

“¿Cuánto nos da?”, pregunta el dueño de los monos, a lo que el activista responde que “no damos dinero” y que lo que hacen es “por su bien y por el del animal”. Pero el propietario contesta que, si no quieren comprarlos, prefiere soltarlos en el bosque.

“Ya no están acostumbrados al bosque. Si los suelta, morirán. Y esos animales pueden transmitir enfermedades graves. ¿Recuerda el ébola? La enfermedad se transmitió al hombre por el mono…”, le contesta el veterinario, dispuesto a no rendirse.

– Una labor compleja

Tratar de convencer a la población sobre la irresponsabilidad de tener estos animales como mascotas se ha convertido en una labor compleja para los activistas y organizaciones animalistas.

“Cuanto más crezcan, más agresivos e incontrolables se volverán”, explicó Tsoumbou, quien sostiene una conversación tensionante con esta familia en donde la esposa se pone a llorar al pensar que muy pronto tendrá que despedirse de Lucien y Lucienne, como ha llamado a estos monos.

Mientras los dos hombres hablan, los mandriles corren por su zona de juegos: un garaje a cielo abierto donde yacen varios chasis de camiones. Unos adolescentes los persiguen, los agarran por los brazos, se los echan al hombro.

“Esto es sobre todo por su bien. No son animales domésticos. Necesitan vivir en grupo en la selva”, retoma Tsoumbou.

Sin embargo, ellos se niegan a entregarlos y le responden de forma desafiante: “¡Váyanse! ¡O denos una indemnización!”.

Ver más: El indígena que se ha convertido en el “padre” de los monos huérfanos por la cacería en el Amazonas

El veterinario obedece ya que solo el Ministerio de Aguas y Bosques tiene competencia para requisar a los animales.

La infracción puede ser castigada con varios meses de cárcel y hasta 10 millones de FCFA (15.500 euros, 18.600 dólares ) de multa. Sin embargo, pocas veces se aplican las penas y la amenaza suele bastar para convencer a los delincuentes.

Ante este escenario, el propietario de los monos cambia de opinión y hace frenar el vehículo de Tsoumbou, cuya organización lleva los mandriles al Centro de Primatología (CDP) del Centro de Investigación Interdisciplinar de Franceville (CIRMF), a unos 60 kilómetros.

Ahí comienza el largo camino de estos dos monos hacia un hipotético retorno a la vida salvaje, un proceso largo y complejo en el que tendrán que aprender a sobrevivir a las condiciones de la naturaleza de la cual fueron extraídos.

– La reinserción a la selva

Los animales son sometidos a una cuarentena para ver si son portadores de enfermedades como el ébola, hepatitis, tuberculosis o el sida.

Luego, estos monos huérfanos aprenden o reaprenden los comportamientos de su especie con cuidadores.

Dimitri Mboulou, jefe de la enfermería de la organización es la encargada de participar en este proceso de rehabilitación de estos monos por lo que tiene que empezar a darles biberón a dos pequeños chimpancés, cuya madre fue abatida por cazadores.

“Les enseño a despertar a la vida, como si fuera un poco su mamá”, explicó Mboulou.

Tras la fase de aislamiento, los monos se reúnen con sus congéneres y descubren las relaciones sociales que cimientan la comunidad en la que ahora vivirán, indispensable para sobrevivir en un entorno salvaje.

“Cada año, se recuperan más de cincuenta sin ni siquiera pretenderlo y esto no es más que la punta del iceberg”, indica Barthélémy Ngoubangoye, presidente de la asociación, quien resaltó que el CDP acoge a 350 monos de nueve especies.

“Puesto que sus antepasados siempre cazaron, los habitantes consideran que no hay nada de malo en ello y que la conservación de estas especies en peligro es un problema de los occidentales”, lamenta el veterinario.

“Cuando un particular compra un bebé chimpancé, apoya la masacre de todo su grupo, es decir, de una quincena de individuos”, resaltó Pauline Grentzinger, veterinaria del Parque Natural de la Lekedi.

En este santuario cercano a Franceville se lleva a cabo la última fase de readaptación, un régimen de semilibertad donde los animales son vigilados hasta su eventual reinserción en el medio natural.

“Hace falta un grupo viable, sin animales enfermos, en una zona que podamos vigilar, sin cazadores furtivos, sin otro grupo de chimpancés ni hombres cerca”, explica Grentzinger. Una apuesta muy arriesgada, que pocas veces resulta exitosa en Gabón.

De esta forma, esta organización viene liderando un complejo proceso de reinserción de monos a la selva africana luego de que quedaran huérfanos por cuenta de la cacería y se conviertan en víctimas al ser convertidos en mascotas por muchos pobladores de la zona.

Una de las mayores preocupaciones es la latente posibilidad de que estos monos tengan enfermedades infecciosas como el ébola, entre otras, que pueden desencadenar un grave problema de salud pública entre la población.

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América Digital/ Con información de agencias

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