Nacer y morir es una parte natural de la vida y si de algo podemos estar seguros es que en algún momento todos vamos a partir de este mundo. Sin embargo, la muerte de un hijo puede convertirse en la peor pesadilla que los padres podrían enfrentar.
“El dolor de esta pérdida no desaparece, aunque sí se puede transformar e integrar con el tiempo. Sin olvidar que no hay recetas, pautas, ni tiempos, porque cada caso es único y lleva su propio proceso y ritmo”, explica Tew Bunnag, fundador de la Asociación Vinyana, dedicada a realizar cursos de acompañamiento espiritual durante la muerte y el duelo.
La mayoría de las personas que han sufrido la pérdida de un hijo, sienten un fuerte sentimiento de soledad e incomprensión, de hecho muchos llegan a aislarse, porque piensan que nadie entenderá su dolor.
Está claro que no existe una estrategia precisa para superar la muerte de un hijo, además cada persona afronta la realidad de una manera diferente. Pero lo que sí es importante saber, es que nunca se debería enfrentar algo tan difícil en soledad, ya que eso vuelve más lento el proceso de recuperación.
De acuerdo a la guía para familiares en duelo, recomendado por la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, “cuando alguien importante muerte, una parte de nosotros muere con él”, lo que inevitablemente provocará dolor, mucho más si se trata de la muerte de un hijo, ya que las pautas naturales de la vida, es que por edad un padre muera primero.
Aunque no lo parezca el duelo por la muerte de un hijo es un proceso esencial, ya que ayuda a que las personas puedan adaptarse a la pérdida, preparándola para vivir sin la presencia física de ese hijo o hija, manteniendo incluso el vínculo afectivo de una manera que resulte compatible con la realidad.
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William Worden, especifica en su libro El tratamiento del duelo y compartidos en Guía para familiares en duelo; cuales son los principales sentimientos que puede experimentar una persona frente duelo, que incluyen la muerte de un hijo.
La pérdida de un hijo también causa sensaciones físicas, muchas veces inevitables, las cuales se sienten de esta forma:
Cuando un padre se siente decaído o abatido por la pena de la pérdida de un hijo, comienza a desestimar las demás cosas que puedan generarle preocupación. Es en esos momentos nada le interesa, ya que su mundo se encuentra vacío y carente de atractivo. Al llegar a este punto es importante que el padre o la madre comiencen a utilizar las herramientas necesarias, para poco a poco superar su pérdida.
La muerte de un hijo es algo que nadie espera enfrentar, pero si llega a ocurrir lo mejor es llenarse de esa fuerza que todos tenemos en nuestro interior y pedir ayuda de ser necesario. Nadie merece pasar por una situación tan difícil y mucho menos sin apoyo y compresión de sus seres queridos y hasta de un profesional.
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