Ciencia

Descubren que el corazón de un astronauta se volvió más pequeño tras estar cerca de un año en el espacio

La exploración del espacio y el regreso del hombre a la Luna ha venido ganando cada vez más protagonismo a partir de los avances tecnológicos y científicos, pero el bienestar de los astronautas ha sido uno de los temas prioritarios para el diseño y desarrollo de las próximas misiones espaciales.

En la actualidad, agencias espaciales como la NASA y compañías como SpaceX, entre otras, vienen adelantando varias investigaciones para entender que efectos podría tener en el cuerpo humano la estadía por largos periodos de tiempo en el espacio, como lo que representa un viaje a la Luna y posiblemente a Marte.

En medio de estos estudios, un equipo de la Universidad de Texas Southwestern Medical Center descubrió que el corazón de un astronauta que estuvo a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI) registró una reducción de su tamaño a pesar de los ejercicios físicos que se realizan en órbita, pero siguió funcionando en completa normalidad.

En ese sentido, los investigadores descubrieron que el astronauta Scott Kelly perdió 0,74 gramos por semana en la masa del ventrículo izquierdo de su corazón durante los 340 días que pasó en el espacio, lo cual lo convierte en el humano que más tiempo ha permanecido en órbita.

“Se encogió un poco. Se atrofió y se hizo un poco más pequeño, pero la función siguió siendo buena. Creo que esto es alentador para los vuelos espaciales de larga duración. Demuestra que incluso después de un año en el espacio, el corazón se adapta relativamente bien”, explicó Benjamin Levine, MD , profesor de medicina interna en UT Southwestern.

Ver más: Conoce a Scott Kelly, el astronauta que permaneció 340 días en el espacio

De acuerdo con el científico, esta reducción del corazón se registró en medio del régimen de ejercicio que ha sido diseñado para que los astronautas puedan mitigar el efecto de la gravedad en su organismo como lo es la práctica de ciclismo, cinta rodante y trabajo de resistencia.

Los investigadores explicaron que este tipo de reducciones del tamaño del corazón también se observan en pacientes que se someten a un reposo estricto en cama y se estabilizan con el tiempo.

Adaptación física en el espacio

El científico y su equipo de investigadores habían terminado otro estudio en el que analizaron la estructura y corazón de 13 astronautas que habían pasado seis meses en la Estación Espacial, descubriendo que su adaptación cardíaca variaba dependiendo de su condición.

En ese sentido, se pudo determinar que los astronautas más aptos perdían masa del músculo cardíaco durante su estancia en el espacio, mientras que los que eran menos aptos curiosamente ganaban masa muscular.

“Todo dependía de cuánto trabajo hacía el corazón del astronauta en el espacio en relación con cuánto lo hacía regularmente en tierra”, resaltó Levine.

Este científico ha estado vinculado a los estudios sobre los efectos de los viajes espaciales en la salud de los astronautas, además fue el primero en implantar un catéter para controlar la presión cardíaca que registran los astronautas en el espacio.

En ese sentido, ha venido trabajando en varios programas con la NASA para evaluar los problemas cardiovasculares que podría sufrir los astronautas y su prioridad ahora es evaluar los efectos de la larga exposición del cuerpo humano durante los viajes espaciales de larga duración.

En medio de sus investigaciones, Levine logró comparar el impacto de la gravedad y las condiciones del espacio en el corazón de Kelly con los efectos observados en el nadador Benoit Lecomte que cruzó 2.816 kilómetros del océano Pacífico en 2018 durante 159 días.

“La natación de resistencia imita algunos de los efectos creados por la ingravidez del espacio, ya que la presión del agua contrarresta los efectos de la gravedad. Durante los vuelos espaciales, y la natación de resistencia, el corazón no tiene que trabajar tanto para bombear sangre cuesta arriba desde los pies”, explicó Levine.

De acuerdo con el experto, Lecomte también perdió masa en su ventrículo izquierdo a un nivel ligeramente inferior con un promedio de 0,72 gramos por semana, lo cual sorprendió a los investigadores debido a que el nadador pasaba seis horas al día practicando su ejercicio mientras que el astronauta solo pasaba dos horas realizando actividad física.

Finalmente, el científico aseguró que está más sorprendido por la pérdida de masa cardíaca del nadador que la del astronauta ya que la natación de resistencia no es considerada de alta intensidad mientras que las condiciones de gravedad si pueden generar una mayor afectación en el espacio.

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América Digital

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