Cuando era solo un niño Erik Weihenmayer descubrió que su vida no iba a ser como la de cualquier persona común. Le detectaron retinosquisis congénita, una enfermedad que puede ser hereditaria y provoca la pérdida progresiva de la visión; a los 14 años Erik estaba ciego.
“Tenía miedo de no poder participar en la vida como todo el mundo”, dijo en una entrevista hace varios años. En lugar de tomar su enfermedad como una derrota personal, Weihenmayer decidió hacerle frente y empezó a escalar rocas, motivado principalmente por sus padres.
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“Poco después de quedarme ciego recibí un boletín en Braille sobre un grupo que estaba contactando a los niños ciegos para escalar rocas (…) Pensé para mí mismo, ¿quién estaría lo suficientemente loco como para llevar a un niño ciego a escalar? Así que me inscribí”, expresó el hombre.
En su primera clase, Erik quedó fascinado por la gran barrera que debía superar y con destreza logró demostrar que podía conectar los agujeros y encontrar un camino para escalar. Su primer día en el lugar le valió el apodo del ‘Monkey boy’ (chico mono).
La pasión por escalar unida a la experiencia que tenía haciendo senderismo junto a su padre, lo llevaron a convertirse en un gran escalador y un persistente montañero del Arizona Mountaineering Club. En 1995 Erik consiguió una “estimulante” hazaña: llegó a la cima del Monte Denali, la cumbre más alta de Norteamérica.
“Decidí que quería comprometerme con una vida como aventurero a tiempo completo”, contó. A partir de allí Weihenmayer inició el ascenso de algunas de las montañas más altas del planeta: el monte Kilimanjaro en 1997, el Aconcagua en 1999 y el monte Vinson, en la Antártida, en el 2000.
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En 2001 Erik estableció un desafío mayor: llegar a la cima del monte Everest, la montaña más alta del planeta Tierra, con una altura de 8.848 metros. En marzo de 2001 el hombre de 33 años inició el ascenso, junto a su equipo, desde el punto más bajo del Everest.
Tras demostrarle a los sherpas (guías de las regiones montañosas de Nepal) que a pesar de su ceguera era capaz de moverse por la montaña, Erik y su equipo empezaron a enfrentarse a otros retos como las tormentas imprevistas, la caída de hielo y las brechas o grietas nuevas en la montaña. El 25 de mayo de 2001 Erik llegó a la cima del Everest.
Durante el camino, el escalador iba acompañado por dos personas que le daban instrucciones: una se situaba delante de él y otra detrás y ambos llevaban un cascabel que le indicaba a Weihenmayer el camino que debía tomar. En 2008, Erik ingresó al selecto grupo de hombres que ha escalado ‘Las siete cumbres’, las montañas más altas de cada continente.
Tomado de: YouTube/CNBC
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