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Antonio Sena, el piloto que sobrevivió más de un mes en la selva del Amazonas siguiendo a los monos

El piloto brasileño Antonio Sena sufrió un accidente de avión en medio de la espesa selva del Amazonas sin saber que tendría que enfrentarse a toda una odisea por sobrevivir a este complejo escenario.

El hecho se presentó a principio de 2021 cuando este experimentado piloto de 36 años había sido contratado para realizar un servicio de taxi aéreo en una mina ilegal de oro que se encuentra en todo el corazón de la Amazonia.

La aeronave presentó una falla a mitad del vuelo luego de que el motor se apagara completamente. De esta forma, tuvo que maniobrar por unos minutos para tratar de mitigar el inminente impacto, por lo que tras estos momentos de angustia terminó cayendo cerca de un recóndito riachuelo.

Lo importante es que, a pesar de la gravedad del accidente, este piloto tuvo una segunda oportunidad para vivir sin saber lo que le esperaba por las próximas semanas enfrentando los peligros de la selva.

En ese sentido, tras salir ileso del fuerte impacto, Sena se apresuró a rescatar los víveres que cargaba en el avión: tres botellas de agua, doce panes, cuatro latas de refrescos, una cuerda y un saco de tela. Poco después, la aeronave explotó.

Este brasileño estuvo atrapado durante 36 días en el Amazonas en donde tuvo que recorrer las difíciles condiciones de estos ecosistemas con ayuda de un machete improvisado.

Sin embargo, un factor que fue vital para su subsistencia fue observar a los monos conseguir comida, por eso decidió seguirlos y aprender de ellos para encontrar los alimentos. Un simple acto que le permitió a este piloto sobrevivir en la selva del Amazonas.

“Pasé la primera noche e intenté asimilar todo lo que iba a suceder. Muchos años atrás había realizado un entrenamiento de supervivencia en la selva, en la época en la que trabajaba para otra empresa de taxi aéreo”, explicó este piloto brasileño.

Ver más: El indígena que se ha convertido en el “padre” de los monos huérfanos por la cacería en el Amazonas

Como dicta los protocolos, los primeros siete días se mantuvo en el lugar del accidente para esperar a los equipos de rescate. Varios aviones sobrevolaron la zona, pero cada día que pasaba el ruido era menos intenso y sus esperanzas de salir con vida también.

En el quinto día de espera, decidió grabar un vídeo de despedida para su familia al ver que sus esperanzas de ser encontrado se estaban esfumando con el paso del tiempo.

“Esa noche decidí hablar con Dios. Le dije: ‘Si tu voluntad es que encuentre a mi familia, dame fuerza, porque yo lo he intentado solo y no lo he conseguido. Parece que funcionó”, recordó Antonio .

A la mañana siguiente comenzó a diseñar un plan para salir de las garras de la selva amazónica, a la que describe como “un gran organismo vivo pulsante. Un bosque con muchos bosques en su interior”.

“En el octavo día cogí todas mis cosas y comencé a caminar hacia el este. ‘Aquí no voy a morir’, me dije. ‘No voy a morir'”, recordó.

Enfrentar los miedos

De esta forma se adentró en la frondosa selva con la ayuda de un machete improvisado que realizó con un trozo de madera, una navaja y un cuchillo.

En el interior del bosque la rutina fue la misma durante largos días: despertaba a la luz del día y caminaba durante horas en dirección al sol hasta poco después del medio día, cuando paraba para buscar un lugar para acampar, siempre lejos de los ríos.

Precisamente, es vital estar lejos del agua porque generalmente atrae los grandes predadores de la Amazonía como el jaguar, el yacaré y la anaconda.

“Todos dicen que es una región que está llena de jaguares. Nunca encontré uno. Creo que la mezcla de Dios y de saber cómo alejarme de ellos me ayudó”, aseguró Antonio.

Monos en peligro de extinción en Brasil. Foto: AP

En ese sentido, con la llegada de la noche afloraban todos sus miedos ya que el ruido de la naturaleza rompía con el silencio.

“Los primeros días, principalmente por la noche, tenía mucho miedo. Es cuando la selva se manifiesta. Hay muchos ruidos desconocidos y como no los reconoces parecen despertar tus miedos más íntimos. Con el tiempo empecé a reconocer algunos ruidos. Es impresionante cómo la selva te engaña. Me engañó mucho la mente”, explicó el piloto.

La búsqueda de comida

La soledad y el desgaste de la selva siempre le provocaban hambre y por eso durante el mes que estuvo perdido tuvo que recurrir a los alimentos que le brindaba la naturaleza sin saber si los frutos eran venenosos o no.

“No encontraba las frutas que encuentras en el mercado: banana, mango, piña. No hay nada de eso en medio de la selva. Empecé a observar pequeñas frutas blancas y no sabía lo que era. Vi que caían de los árboles porque los macacos los movían. Vi que ellos comían. Si los monos comen, es bueno”, comentó Antonio.

En ese sentido, seguir a los monos fue fundamental para poder encontrar alimentos seguros ya que pensó que lo que comían ellos seguramente no le iba afectar su salud.

Tiempo después descubrió que lo que comían los monos era breu, un fruto ampliamente utilizado por la industria cosmética. Además, encontró cacao en cuatro ocasiones y tres huevos de nambú, un ave característica de la Amazonía.

Sin embargo, la falta de alimentos lo debilitó fuertemente ya que llegó a perder 25 kilogramos durante su odisea de 36 días que tuvo que vivir para que este piloto sobreviviera en la selva.

El piloto Antonio Sena sobrevivió más de un mes en la selva del Amazonas tras un accidente de avión. Foto: EFE

El ruido de la esperanza

Tras llevar 30 días deambulando en la selva escucho un ruido de una motosierra que le devolvió las esperanzas y el alma al cuerpo, ya que sus fuerzas habían llegado al límite y venía sufriendo de calambres y pérdidas de visión.

Al escuchar este sonido, decidió hacer un último esfuerzo y se adentró en un pantano y atravesó un río. Empapado, continuó caminando por el bosque persiguiendo el lejano ruido. Fue entonces cuando encontró una lona blanca y, kilómetros después, un hombre.

Minutos después llegó otro hombre y juntos caminaron hasta la base de los recolectores de castaña. Una vez allí se avisó a los equipos de rescate y a su familia a través de la radio. Era el fin de su larga odisea.

“Mis hermanos no desistieron en ningún momento, siempre creyeron que estaba vivo. Yo sentí su fuerza. No desistieron”, contó Antonio entre lágrimas, por lo que fue rescatado por un helicóptero que llegó a la recóndita zona

Finalmente, este piloto sobrevivió en la selva y espera contar su historia en un libro ya que asegura que esta experiencia le transformó la vida y pudo reencontrarse con Dios.

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América Digital/ Con información de agencias

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