La historia de Romelu Lukaku es como muchas que abundan en el fútbol: de una vida humilde a una digna de una estrella, la diferencia es que pocas de esas vidas alcanzan el nivel que el belga ha conseguido, tanto en el Manchester United como en el Inter de Milán. Al jugador de 27 años no se le olvidan los momentos difíciles que vivió con su familia en el pasado.
Antes de comenzar su carrera en los gramados, Lukaku recuerda como su padre congoleño jugaba en la Segunda División de Bélgica. Pero el hombre no pudo escalar más y la economía fue difícil para la familia. Los padres de Lukaku hicieron grandes esfuerzos para que los dos hijos crecieran fuertes y tuvieran más oportunidades de éxito. Y lo consiguieron. Hoy Romelu es uno de los delanteros centros más potentes y peligrosos en Europa.
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“Cuando mi padre dejó de ser jugador profesional yo tenía seis años y a mi madre le diagnosticaron diabetes. Pasamos algunos años difíciles”, recuerda su historia Romelu Lukaku en una conversación con La Gazzeta dello Sport. “Mis padres no comían por la noche para que mi hermano y yo pudiésemos comer. Cada vez que marco un gol hago el signo ‘A’ con la mano para dedicárselo a mi madre, Adolphine, porque sin ella no sería quien soy hoy”.
Gracias al talento que ha mostrado Romelu Lukaku en su carrera, tanto en el Inter como en el Everton, Manchester United, West Bromwich Albion, Chelsea y Ánderlecht, los problemas económicos ya no existen. Actualmente ha comenzado bien la temporada con el club dirigido por Antonio Conte con tres goles en tres partidos. Esa tranquilidad le da oportunidad para dedicar tiempo a un curioso hobby.
“Me gusta ser DJ, un poco de mezcla en casa me relaja”, cuenta Romelu Lukaku haciendo a un lado su historia. “O juego al fútbol o a la PlayStation con mi hijo o escucho música relajante, porque cuando estoy entrenando soy de los que se enfadan muy rápido”.
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