La conexión a Internet y la telefonía móvil ha sido uno de los más grandes avances tecnológicos que ha tenido la humanidad, por la forma como nos permitió comunicarnos y reducir las distancias.
Estos servicios se han convertido en herramientas esenciales en nuestra vida cotidiana, así que para muchas personas es casi inconcebible vivir desconectados.
Sin embargo, la aldea Green Bank ubicada en Virginia (EE.UU.) parece ser una excepción, ya que se resiste a tener conexión de telefonía móvil e Internet en pleno siglo XXI.
Los habitantes de esta localidad aseguran que vivir allí es muy reparador porque se puede desconectar completamente del mundo exterior y compartir experiencias que se han perdido con el auge de la tecnología.
“Tiene un lado purificador”, confesó Yvonne Wallech, una residente de esta localidad en donde tiene una tienda de souvenirs.
Aunque ella tiene Internet satelital, asegura que tan pronto se desconecta se acaban los tonos de llamadas y los sonidos de las notificaciones de los celulares con los que vivimos a diario.
Lo cierto es que este pueblo se resiste a vivir conectado debido a que en la zona se encuentra desde hace más de 60 años el Observatorio de Green Bank, el cual necesita no tener señales de radio para poder observar las estrellas y agujeros negros.
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En ese sentido, el gobierno decidió crear una “zona de calma” en 1958 para proteger las actividades del observatorio y también las de un sitio la agencia de inteligencia militar estadounidense.
De esta forma, las ondas de radio están limitadas y restringidas a una superficie de casi 34.000 km2 en la zona de Green Bank y por eso esta limitado el uso de wifi.
Este escenario ha hecho que la aldea de Green Bank sea completamente especial y por eso su oficina de turismo promociona el lugar como un reino de la “desintoxicación digital” .
“En el mundo de hoy en el que no se puede pasar más de un minuto sin escuchar el pitido de un dispositivo electrónico, este es el lugar perfecto para escapar de todo”, indicó Chelsea Ruby, secretaria de Turismo de Virginia Occidental.
Desconexión total
Esta curiosa aldea está ubicada a cuatro horas en vehículo de la capital de Estados Unidos, Washington DC, y ha venido ganando reconocimiento por la inusual experiencia que puede ofrecer a sus visitantes.
Un estudio del Centro de Investigaciones Pew pudo evidenciar que el 85 % de los adultos estadounidenses tienen un teléfono inteligente y casi un tercio esta “casi todo el tiempo” en línea en sus dispositivos.
La promesa de desconexión total del mundo digital parece ser muy atractiva ante la posibilidad de alejarnos por completo de estos dispositivos y empezar a apreciar otro tipo de experiencias.
“Miras a tu alrededor, escuchas a los demás. Es maravilloso. Más gente debería hacerlo”, confesó Nancy Showalter, una turista de 78 años que visitó el observatorio y rápidamente comenzó a apreciar el silencio tras perder su conexión del Internet.
A pesar de las extrañas reglas y el aislamiento que tiene la aldea de Green Bank, las cosas han empezado a cambiar para los cerca de 200 habitantes que viven en medio de las colinas y bosques.
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Los lugareños han empezado a notar que el Internet inalámbrico se ha empezado a extender rápidamente en la zona y no han habido sanciones a pesar de las restricciones.
Además, el auge inmobiliario con la construcción de hoteles y restaurantes ha hecho que esta aldea este perdiendo su esencia y ha provocado que los precios de las propiedades aumenten casi tres veces más rápido que el promedio nacional durante la última década.
“Pronto querrán un Walmart y otras cadenas de supermercados y todas las cosas a las que están acostumbrados. No se si todo el mundo tiene que ser así”, lamentó George Deike, un residente que ha vivido toda su vida en el lugar.
Sin embargo, otros habitantes creen que es crucial que el pueblo empiece a modernizarse debido a que en cierto punto puede representar un riesgo para su población; como lo considera Patrick Coleman, quien nació en Green Bank hace 69 años y es dueño de una posada.
“A las personas que viven aquí se les niega una red de seguridad pues un accidente en esta zona remota podría volverse muy grave si no se puede pedir ayuda” indicó Coleman; que no entiende porqué Green Bank no tiene una conexión de telefonía celular.
Por su parte, algunos vecinos que se instalaron en la localidad para disfrutar de la tranquilidad también han resaltado la importancia de la normativa que restringe las ondas telefónicas.
“Vine a buscar un lugar más tranquilo, sin wifi. No estoy obligado a usar mi teléfono, no importa dónde viva”, resaltó Ned Dougherty, un maestro de 38 años y nuevo residente de la zona, quien considera que deben existir otras formas de recuperar el control de su vida digital.
Finalmente, la historia de esta aldea que se resiste a tener conexión de telefonía celular y de Internet se ha vuelto famosa pero también ha servido para reflexionar hasta qué punto somos capaces de desconectarnos del mundo digital del que no hemos vuelto tan dependientes.
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