Al menos 21 muertos dejaron los enfrentamientos durante este fin de semana entre las autoridades y presuntos narcotraficantes en la localidad de Villa Unión, en el estado de Coahuila (México).
El gobierno estatal aseguró que durante la madrugada de este domingo “fueron abatidos otros siete delincuentes”, que se suman a los 14 fallecidos que dejó un enfrentamiento armado el sábado en la misma localidad, entre los que se encontrarían cuatro policías.
La autoridad agregó que a los presuntos delincuentes “les fueron aseguradas tres camionetas, escopetas, armas y cartuchos”, y que continúa el despliegue para dar con los responsables del tiroteo del sábado.
El enfrentamiento de este sábado se desató poco antes del mediodía cuando policías locales detectaron varios vehículos con civiles fuertemente armados recorriendo la comunidad, por lo que requirieron la intervención de militares.
Los tiroteos se registraron en distintos puntos de la localidad, ubicada a unos 60 kilómetros de la frontera con Estados Unidos y que de acuerdo con las autoridades era “muy tranquila” y estaba ajena a la violencia ligada al narcotráfico.
El gobernador del estado, Miguel Riquelme, atribuyó el ataque al cartel del Noreste, surgido en el cercano estado de Tamaulipas luego de dividirse el violento grupo criminal de los Zetas.
El mandatario también explicó que un grupo de hombres armados entró al pueblo de 3.000 habitantes y atacó oficinas públicas locales, propiciando la intervención de las fuerzas estatales y federales. En las calles quedaron abandonadas unas camionetas llenas de balas con las iniciales C.D.N., iguales a las del Cartel del Noreste.
El pueblo está a 60 kilómetros al sur-sureste de Eagle Pass (Texas), y a 20 kilómetros del pueblo de Allende, lugar de la masacre del 2011 que involucró al cartel de los Zetas y dejó 70 muertos.
Gran desafío
Estos enfrentamientos ocurrieron cuando se cumple un año de gobierno del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien reconoce que uno de sus mayores desafíos es la lucha contra la criminalidad.
El norte de México ha sido escenario de hechos violentos en los últimos meses, como la frustrada captura, el 17 de octubre, de Ovidio Guzmán, hijo del capo Joaquín “Chapo” Guzmán, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.
Guzmán hijo estuvo por momentos detenido en la ciudad de Culiacán, capital de Sinaloa, pero ante los ataques lanzados por pistoleros del narcotráfico el gobierno tomó la polémica decisión de liberarlo.
El 4 de noviembre, en un camino rural del estado de Sonora, presuntos pistoleros de un cartel mataron a balazos a tres mujeres y seis niños de una comunidad mormona de origen estadounidense asentada en el norte de México por generaciones.
Tras la indignación por esta masacre, el presidente estadounidense Donald Trump anunció el martes su intención de catalogar a los cárteles narcotraficantes como terroristas, lo que en México ha sido interpretado como una intención de Washington de intervenir en el país, incluso con armas.
López Obrador advirtió el martes que México no permitiría que extranjeros armados actúen en el país y sostuvo que su gobierno demostrará a Trump, con quien dice tener una relación de “respeto” y “cooperación”, que harán justicia en el caso del ataque a los mormones.
En medio de la violencia ligada al tráfico de drogas, más de 250.000 personas han muerto en México desde diciembre de 2006, cuando el gobierno lanzó un operativo militar antidrogas, según cifras oficiales, que no detallan cuántos casos estarían ligados a la criminalidad.
América Digital / AFP /AP