El martes 2 de julio, se filtró un fragmento de la autopsia que se le practicó al cadáver del capitán de corbeta de la Armada venezolana Rafael Acosta Arévalo, en medio del hermetismo que rodea el caso entre las denuncias y alertas sobre la supuesta manipulación del proceso que se le realizó al oficial.
La necropsia de ley determinó como causa de muerte “edema cerebral severo debido a insuficiencia respiratoria aguda, debido a rabdomiólisis por politraumatismo generalizado”.
El periodista venezolano, Eligio Rojas, colgó en su cuenta en la red social Twitter, el fragmento del documento.
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Especialistas explicaron que la rabdomiólisis tiene entre sus causas el aplastamiento, la tortura, traumatismos y electroestimulación.
La presidente de la Organización No Gubernamental, Control Ciudadano, Rocío San Miguel, indicó que con el informe publicado el delito de los presuntos autores debe cambiar.
“Ya es oficial. El capitán Rafael Acosta Arévalo fue brutalmente torturado hasta ocasionarle la muerte (…) Con este informe debe cambiar el delito imputado a presuntos autores”, señaló San Miguel vía Twitter.
Por su parte, el director general de Actuación Procesal del Ministerio Público en el exilio, Zair Mundaray, dijo a través de su cuenta en Twitter que el capitán de corbeta habría presentado varias lesiones como 16 arcos costales fracturados, así como el tabique nasal.
Además, el cuerpo de Acosta Arévalo también tuvo escoriaciones en hombros, codos y rodiillas; hematomas en las caras internas de sus muslos, lesiones similares a latigazos y pequeñas quemaduras en los pies.
Acosta Arévalo fue detenido arbitrariamente el 21 de junio por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar– Dgcim- por su supuesta vinculación con planes conspirativos en contra del mandatario, Nicolás Maduro.
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Sus abogados y allegados denunciaron que desconocía su paradero y no habían podido conversar con él. Fue el 28 de junio cuando es trasladado a la sede de los tribunales militares, en Fuerte Tiuna, que se pudo saber de él tras ocho días desaparecido.
Su defensa, Alonso Medina Roa, relató que el militar venezolano “llegó en silla de ruedas, sin poder mover las manos ni las piernas, con los ojos desorbitados y pidiendo auxilio”.
El juez suspendió la audiencia y pidió su inmediato traslado al hospital militar Vicente Salias, donde murió el sábado 29 de junio en la madrugada.
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