Francesca Mezzenzana es una antropóloga europea que tuvo la oportunidad de vivir en un pueblo indígena ecuatoriano llamado Runa, en donde realizó un trabajo de investigación sobre la experiencia de crianza en el Amazonas.
La italiana tiene un doctorado en antropología de la London School of Economics y es la investigadora principal del proyecto Learning Natures del Centro Rachel Carson para el Medio Ambiente y la Sociedad en Alemania, reseñó BBC
En su ensayo Amazon childcare (Cuidado infantil en el Amazonas), publicado en el sitio Aeon, Francesca contó su experiencia tanto como madre como académica durante su estadía en el pueblo indígena en el 2015 cuando su bebé tenía apenas cuatro meses de nacido.
De esta forma, la cadena británica BBC compartió una entrevista con la investigadora a propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
“Yo soy una gringa para ellos, pero a mi hijo todos lo perciben como un Runa”, dijo entre sonrisas.
Cuestionada sobre por qué decidió mudarse un tiempo de Europa a la Amazonia, Francesca contó que su esposo es originario de la provincia de Pastaza, una región amazónica de Ecuador, en donde viene realizando algunos trabajos desde el 2011.
“Mi pareja es de allí y la primera vez que me fui a vivir allá lo hicimos por tres años. Desde entonces, vamos cada año por periodos de seis u ocho meses. Cuando nació nuestro hijo, quisimos llevarlo para que la familia lo conociera. No lo pensé mucho, pero la gente de mi entorno se sorprendía: ‘¡Cómo te vas a ir a un lugar tan remoto!'”, contó.
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Lo cierto es que el lugar verdaderamente es remoto pero consideró que también es su casa porque “ahí viven mis familiares, tenemos una choza. Así que para mí fue una decisión instintiva”.
En su artículo, ella recordó a Digna, una mujer que describe como sabia y que crió a 12 hijos durante su vida.
“Digna era la abuela de mi esposo. Falleció hace unos cuatro años. Solo hablaba kichwa, tuvo una vida increíble. Su papá, que era un chamán muy conocido en el área, no la envió a la escuela. Creció con una disciplina dura, pero muy bella también. Aprendió a curar con las plantas, a caminar, a conocer la selva”, indicó.
Esta mujer se convirtió en una consejera importante para su vida y fue fundamental para el proceso de crianza de su pequeño bebé en el Amazonas, al que consideraban como de dos mundos.
“Fue muy cariñosa y quería encargarse de él, pero tenía mucho cuidado conmigo porque intuía que la manera de criar los hijos en Europa es muy distinta a como se hace en la Amazonía. Tenía sus ideas de lo que había que hacer con un bebé, pero siempre fue muy respetuosa”, recordó.
La experiencia de crianza en el Amazonas
La experiencia que tuvo con esta comunidad indígena amazónica le permitió entender que hay otras maneras y visiones de criar a los hijos, que podrían llegar a ser mal vistas en Europa.
“Por ejemplo, la idea de estar pendiente del niño todo el tiempo por el temor de que si no lo haces, puede tener algún trauma, la logré dejar a un lado”, explicó.
De acuerdo con la investigadora, la crianza de los niños en el pueblo Runa se hace de forma colectiva y esto permite una apropiación de su comunidad y del cuidado de su selva.
“En el caso de los Runa, el niño es un miembro de la comunidad y va a trabajar por ella, va a vivir en paz con sus vecinos. Esas comunidades son muy pequeñas, hay mucha libertad, los niños se desplazan por todos lados, si llegan a cualquier casa, les dan de comer. Todos se conocen, todos son ayllu, familia, comunidad”, comentó.
En ese sentido, esta visión de la vida la llevó a entender que los niños occidentales crecen “consentidos, sobreprotegidos e incapaces de enfrentar el mundo que los rodea”.
Pero la vida le permitió a esta investigadora hacer una comparación con sus dos hijos al regresar a Europa y empezó a analizar las dinámicas sociales que tienen culturas tan diferentes.
“Mi hijo tenía 7 años, se iba de mañana y regresaba en la tarde. Yo no sabía qué comía, lo que hacía, porque así es como los niños pasan los días allá, en grupo, correteando por la comunidad”, comentó.
Francesca concluyó que para su pequeño hijo esta experiencia de crianza en el Amazonas le permitió sentirse independiente y pensar en comunidad; pero su hija también pasó por este proceso a sus dos años y eso le permitió estar más calmada sobre su crianza.
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