En medio de la alta demanda de vacunas para el COVID-19 en el mundo, más de cien farmacéuticas advirtieron una escasez de algunas de las materias primas requeridas para su fabricación a partir de la alta escala de producción que se viene realizando en los últimos meses.
Así lo reconocieron las compañías luego de que se reunieran con otros actores del sector sanitario para evaluar la forma cómo se podría aumentar la producción de las vacunas contra el COVID-19 en los próximos meses.
La reunión, organizada por Chatham House (y que por ello sigue rigurosas reglas de confidencialidad), subrayó el difícil reto que supone producir todas las vacunas proyectadas, una labor que según destacaron asistentes al encuentro no tiene precedentes en la historia del planeta.
“Las compañías anticipan para este año una producción de entre 10.000 y 14.000 millones de dosis de vacunas para el COVID-19, cuando en años normales se fabrican entre 3.500 y 4.500 millones de dosis de todas las otras vacunas sumadas”, destacó Richard Hatchett, consejero delegado de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias.
El director general de la Federación Internacional de Asociaciones de Fabricantes de Fármacos (IFPMA), Thomas Cueni, también agregó que en el encuentro todas las firmas mostraron su compromiso para aumentar la producción de dosis contra el COVID-19, pese a las crecientes dificultades.
En este sentido, Hatchett consideró preocupante que algunos países, ante los problemas de abastecimiento de vacunas y materias primas para su fabricación, hayan considerado limitaciones a la exportación, algo que en su opinión podría afectar también a la distribución de otros productos médicos.
“Se requiere un urgente diálogo abierto entre fabricantes, distribuidores, organizaciones internacionales y gobiernos para enfrentar esta escasez de materias primas para que no interrumpan la producción de vacunas”, indicó el IFPMA.
Ver más: ¿Qué representan las vacunas del COVID-19 para las farmacéuticas?
El portal Our World in Data de la Universidad de Oxford ha revelado que en el mundo se han aplicado más de 320 millones de vacunas en el mundo, desde que empezaron las vacunaciones masivas a finales de 2020.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que se requiere aproximadamente 10.000 millones de vacunas para inmunizar a un 70 % de la población mundial, el cual es el mínimo necesario para conseguir la inmunidad de grupo.
Los once fabricantes, cuyos tratamientos ya están siendo usados clínicamente contra el COVID-19, han producido por ahora unos 400 millones de dosis, siendo Pfizer la que ha fabricado un mayor número de dosis con 119 millones, seguida de Sinovac (91 millones) y AstraZeneca (83 millones), según cifras presentadas en el encuentro.
Bloqueo de vacunas
En medio del acaparamiento de vacunas por parte de unos países y que ha sido denunciado por la OMS, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que la Unión Europea (UE) podría bloquear otras exportaciones de vacunas contra el COVID-19 luego de que Italia detuviera un envío de dosis a Australia.
Las autoridades italianas bloquearon, con el visto bueno de Bruselas, la exportación de 250.700 dosis de la vacuna de AstraZeneca, producidas en territorio europeo y destinadas a Australia.
Para defender la iniciativa italiana, Von der Leyen alegó que “AstraZeneca entregó a la UE menos del 10% de las cantidades pedidas en el periodo de diciembre a marzo”.
La Comisión Europea ha criticado con dureza al laboratorio británico-sueco por anunciar que iba a entregarle al bloque menos cantidades de la vacuna que las acordadas, mientras estaba cumpliendo con los suministros en Reino Unido.
Según la estrategia de la UE, si una compañía quiere exportar dosis fuera del país del bloque donde se han fabricado necesita solicitarlo al gobierno, que tiene que ser consultado con la Comisión.
Esta postura ha generado controversia por el impacto que podría tener en el suministro de vacunas a nivel mundial ya que algunas de las dosis de las vacunas que se vienen distribuyendo en el mundo son fabricadas en territorio europeo.
Precisamente, el primer ministro británico, Boris Johnson, rechazó las afirmaciones del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de que el Reino Unido impuso una prohibición a las exportaciones de la vacuna del COVID-19.
“Permítanme ser claro: no hemos bloqueado la exportación de una sola vacuna de covid-19 o de sus componentes. Esta pandemia nos ha puesto a todos en el mismo bando en la lucha sanitaria mundial. Nos oponemos al nacionalismo de las vacunas en todas sus formas”, indicó Johnson.
En un texto publicado en línea, Michel denunció las “prohibiciones de exportación” por parte de Estados Unidos y el Reino Unido, lo que provocó un desmentido inmediato desde Londres.
“El gobierno británico nunca ha bloqueado la exportación de una sola vacuna. Cualquier referencia a una prohibición o a cualquier restricción de las vacunas es completamente errónea”, aseguró un portavoz de Downing Street.
Un pulso diplomático
La pandemia del COVID-19 llevó a la comunidad científica a trabajar contrarreloj para investigar este virus y desarrollar una vacuna en menos de año, siendo un hito histórico ante la apremiante necesidad de encontrar una salida a la crisis sanitaria, social y económica que atraviesa el mundo.
Este escenario llevó a los gobiernos, universidades y a las compañías farmacéuticas a volcarse directamente en la financiación y consolidación de investigaciones para el desarrollo de vacunas que enfrentaran el COVID-19.
Sin embargo, la anhelada vacuna contra el COVID-19 también se ha convertido en un campo de batalla diplomática entre las grandes potencias mundiales, con Rusia y China a la cabeza, y Europa y Estados Unidos en un segundo plano.
“El acceso a las vacunas es el desafío más importante al que se enfrenta la comunidad internacional. Casi como una nueva ‘carrera armamentística’”, estimó el centro de análisis estadounidense Soufan.
Las vacunas que se vienen utilizando en la actualidad son Pfizer/ BioNTech y Moderna (EE.UU.), AstraZeneca/ Oxford (Reino Unido), Sputnik V (Rusia), Sinovac y Sinopharm (China), pero próximamente se espera la aprobación de las vacunas de Johnson & Johnson/ Janssen y Novavax (EE.UU.).
En ese sentido, en medio de la pandemia está en juego el prestigio de potencias como China, Rusia e India frente a los países más pobres y en donde han tenido un importante papel al convertirse en los principales proveedores de las vacunas en medio de la alta demanda mundial global.
Por su parte, otras potencias como Estados Unidos y la Unión Europea, sumergidos en la pandemia, reservan las dosis de vacunas para su población buscando inmunizar en el menor tiempo a sus ciudadanos para iniciar el proceso de recuperación económica y social.
Lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y algunos países han denunciado el acaparamiento de vacunas para el COVID-19, retrasando el acceso de los países pobres y de menores ingresos a estas dosis para inmunizar su población.
Un estudio de la Universidad de Duke reveló que la distribución de vacunas a nivel mundial ha sido dominada por los países ricos, que acapararon 5.400 millones de las 7.800 millones de dosis adquiridas en todo el mundo.
El mundo sigue concentrado y expectante en la producción de las vacunas y que las farmacéuticas puedan responder a la alta demanda de dosis que requieren los países con el objetivo de inmunizar a gran parte de la población en el menor tiempo posible frente al COVID-19.
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