Habrás leído por ahí infinitas veces que no todos los quesos son saludables, y esto significa que no todos los quesos son bajos en grasas. De hecho, el queso ricotta con sal o sin sal, y el queso de cabra también conocido como feta, son uno de los más recomendados por especialistas.
Es posible que no hayas podido aplacar tu paladar y adaptarte al sabor del queso ricotta, pero te animamos a no descartarlo.
Realmente es un queso con muchas ventajas, tan solo debes procurar consumirlo en determinadas recetas y con el tiempo terminarás aceptándolo más de lo que imaginas.
Por el contrario, si perteneces a ese grupo de personas que les gusta incluir el queso ricotta en el menú, pues es momento de dar el siguiente paso. Aprende a preparar tu propia receta siguiendo las indicaciones de la experta en Dietas, Celia García.
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Elige el queso ricotta: cuídate de la grasa
El queso es un alimento polémico, existen recetas donde los permiten, y otras que solo se limitan al queso ricotta o feta. Todo depende de las metas personales de cada paciente y sus valores médicos.
Sin embargo, aconsejamos tomar en cuenta los siguientes datos sobre el queso, independientemente de tu situación de salud. Al final del día, eres lo que comes, siempre recuerda eso.
Primero, cuando el queso está muy curado significa que utilizaron más cantidades de leche y porcentajes de grasa.
Segundo, no todas las razas de vacas producen la misma leche. Al contrario, algunas producen leche con mayor concentración de grasa, y te aseguramos que de aquí no sale un queso ricotta, sino un alimento más calórico.
Tercero, ciertamente el queso es una fuente importante de proteínas y calcio, pero no abuses de su consumo. Sobre todo si se trata del queso cheddar, el parmesano, manchego o queso azul.
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Queso ricotta
Ingredients
- 1 litro de leche fresca de vaca, de cabra u oveja
- 30 ml de zumo de limón o vinagre
Instructions
Vierte la leche en un cazo o en una olla y calienta hasta que empiece a hervir.
La leche estará lista cuando la temperatura llegue a 90 grados.
Después, aparta del fuego, añade zumo de limón y remueve hasta que quede cortada.
Ubica un colador y allí colocas una gasa, vierte la preparación de la leche y escurre.
Lleva al refrigerador toda la noche.
Al día siguiente coloca el resultado a un recipiente de cierre hermético y mantén guardado el queso en la nevera.