Es una realidad: al envejecer duermes menos, y eso afecta tu calidad de vida, de acuerdo a la Fundación del Sueño de Estados Unidos, que explica que es común que los adultos mayores experimenten serias variaciones en la cantidad y calidad de lo que duermen a partir de los 40 años.
Este es un fenómeno natural, como consecuencia del envejecimiento del núcleo supraquiasmático, que controla nuestro ritmo circadiano. Es decir, lo que nos indica cuándo tenemos hambre, sueño, cuándo estamos activos y aletargados y cuándo el cuerpo debe segregar ciertas hormonas.
Precisamente, las variaciones en la producción de cortisol y melatonina pueden causar también cambios en el ritmo del sueño, que pueden acentuarse después de los 65 años. Por esta razón, muchos se despiertan a las 3 o 4 de la madrugada y no pueden volver a dormirse, aunque estén cansados y aunque tengan sanas rutinas de sueño.
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Otros, no pueden conciliar el sueño aunque se levanten temprano. Aunque la exposición a la luz solar ayuda a enviarle al cerebro el mensaje de que es hora de estar activos y la noche es para dormir, el envejecimiento cambia esta situación, pues causa que las personas mayores se despierten más temprano.
Cambio en las fases del sueño
La arquitectura del sueño también se altera con la edad, pues los adultos mayores pasan más tiempo en las fases tempranas y menos en la fase profunda del sueño, lo que causa que se despierten más por las noches y su sueño sea fragmentado y menos reparador.
Otra razón por la que tienen dificultad para dormir en las noches es que suelen tomar siestas en el día. Aunque una siesta rápida puede ser reparadora, las siestas largas o tardías pueden hacer que no tengas sueño en la noche.
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Para saber cuál es la causa real por la que no puedes dormir, debes descartar otras afecciones como depresión, ansiedad, diabetes, enfermedades cardíacas y artritis, que debido al dolor pueden cambiar tus patrones de sueño.
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